El rumor de las elecciones

Desde hace semanas, meses diríamos, viene vertiendo ríos de tinta digital la posibilidad de que el presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco convoque elecciones regionales. El rumor, elevado a la máxima potencia, se ha convertido en noticia a través de incontables columnas de opinión y tertulias de radio y televisión.

El detonante de este asunto fue la discordancia evidenciada entre la coalición de gobierno entre el PP y Ciudadanos sobre la reforma de la sanidad pública y en concreto la rural. Mientras que la interpretación de la formación naranja era la de reorganizar recursos materiales y humanos, lo que implicaba el cierre de consultorios, el PP se mostró contrario a esa racionalización por la clara idiosincrasia de la geografía y población de la Comunidad, expandida en cientos de poblaciones rurales.

La sangre no llegó al río, pero hubo un fuerte choque del que ha salido claramente ganador el salmantino que, a la postre, ha visto reforzada su posición interna y externa, esto es, en el propio PP nacional y en la opinión pública de Castilla y León. Sin embargo, aunque muchos analistas y aprendices de brujo, que también los hay, insisten en que es el momento con la corriente a favor provocar el adelanto electoral y hacerlo coincidir con los comicios andaluces y valencianos; otros no lo pensamos así. Me explico.

En clave nacional puede tenerse cierta confianza en que la desbandada de Ciudadanos brinde victorias en Andalucía y Castilla y León, así como un disputado voto en la Comunidad valenciana, dejando al líder, Pablo Casado en un progresivo refuerzo para las elecciones generales. Al contrario, en clave interna, hay que recordar que quien ganó las votaciones en esta región fue el PSOE del señor Tudanca. Ello implica un reto que no asegura matemáticamente el triunfo popular por muy bien que vayan las cosas aparentemente. Mejor, quedarse como están piensan los cargos públicos de Ciudadanos y tal vez también el propio presidente Mañueco. No agitemos la botella demasiado no sea que el corcho salga de repente a destiempo y con temerosos resultados.

Parece mentira de lo que da de sí un rumor, tan sólo eso, un rumor.

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