Esta semana se ha llevado a cabo el debate sobre el estado de la región en las Cortes de Castilla y León. Pero con las particularidades de la propia política autonómica, lo cierto es que en el fondo ha subyacido lo que se está fraguando a nivel nacional. Para una gran parte de los españoles la suerte está echada. Nada hay de sorpresa en lo que se espera. Una gran obra de teatro con el libreto y los personajes ya sabidos van a ocupar el espacio y la atención mediática durante más de un mes, casi dos. No hubo sorpresa en la moción de investidura del líder del PP, Núñez Feijoó; ni sorprendentemente el rey Felipe se ha negado a dar su plácet para que lo intente Pedro Sánchez, esto es, el nuevo PSOE. Ya nada ni nadie le va a obstaculizar el acceso a la presidencia al líder del llamado Frente Popular. Hay, eso sí, una pequeña corriente histórica del socialismo español que aún cree que Sánchez no pasará la línea roja del referéndum para Cataluña primero, para Vascongadas después. Pero son una minoría de nostálgicos de una España que ya no existe, la de la Transición, de la que casi medio siglo después no va a quedar salvo el recuerdo en una parte de la sociedad española. En esta ocasión, ni monárquicos, ni militares de espadón y tente tieso, ni partidos políticos existen para evitarlo. Quizás hemos aprendido que aquello no era la solución a la desintegración del modelo de Estado español emanado de la unión de Isabel y Fernando allá por el siglo XV.
Castilla y León, por mucho que Alfonso Fernández Mañueco insista en que no permitirá unas autonomías de primera y otras de segunda, por aquello de los dineros y las competencias, se encamina a ser una Comunidad que, siendo la más extensa, contando con casi el mayor patrimonio y apadrinando durante siglos la esencia de España, tan sólo sea una más en el furgón de cola a la hora de contar en el concierto europeo y lo que quede del español. No se concibe como el líder socialista Luis Tudanca no se postule más tibiamente con el cariz que ha tomado la dirección nacional de su partido como lo han hecho otros barones como en Castilla La Mancha, por ejemplo.
León NUNCA TENÍA QUE HABERSE UNIDO A CASTILLA, PARA FORMAR ESTE ENGENDRO DE COMUNIDAD.
Que Tudanca es un siervo del pesebre monclovita, no admite discusión. Que el carnet socialista se lo dieron en una tómbola, tampoco. Si quiere saber lo que es un socialista de principios, que memorice el discurso de Francisco Vázquez (ex alcalde de Coruña y SOCIALISTA DEL PSOE) en la manifestación de ayer en BarZelona. Con lo que sucede en el presente de su partido, mejor debería coger el cohete de Sumar y desaparecer.