El día que la realidad superó la ficción

Hoy día 3 de diciembre del 2020 todos sabemos, así lo han explicado largo y tendido los medios de comunicación provinciales durante estos días, que este viernes (mañana) desde las 00:00 Castilla y León entra en Fase 4 de alerta, según establece el Acuerdo 76/2020 de la Junta de Castilla y León del pasado 3 de noviembre del 2020.

En honor a la verdad ha de decirse que el acuerdo anteriormente citado pasó de puntillas el ya pasado 3 de noviembre, fecha de su publicación, ya que ese mismo día se publicaba el acuerdo 78/2020 que obligaba al cierre de los negocios de hostelería y restauración y que de forma excepcional complementaba al acuerdo 76/2020. Lo cierto es, y en aquel momento fue bien recibido, que desde el 3 de noviembre el grueso de los locales que conocían de su existencia al menos podía vislumbrar un horizonte temporal con cuatro fases de alerta ya predefinidos que establecía horarios, aforos en interior y exterior, etc. Al fin pensar en planificar la vuelta a la actividad parecía ser posible. Lo curioso, y criticable sin duda, es que hoy 3 de diciembre del 2020 a la hora en la que se concluye este artículo, 15:38 minutos, aún no tengamos conocimiento del Acuerdo de la Junta de Castilla y León que dará cobertura y amparo legal a lo ya anunciado el pasado martes, la posibilidad de abrir (en nivel 4 de alerta) los establecimientos de hostelería y restauración y si definitivamente se cerrará o no la provincia perimetralmente.

Todo lo expresado anteriormente ya está teniendo eco en los medios de comunicación pues la gran mayoría de hosteleros y restauradores no solo sienten que las limitaciones impuestas por el acuerdo 76/2020 dificultaran enormemente el funcionamiento de su establecimiento, si es que es posible, sino que si además le unimos que dichas limitaciones apenas a unas horas de su funcionamiento no se conocen, aún que se dan por ciertas, sin duda debe suponer tildar de valientes a aquellos que en este momento tenga claro ya lo que van a hacer. A esta hora empleados, clientes, proveedores, gestores… esperamos el pistoletazo de salida, si es que en este tiempo alguno ya no decidió dejar la salida y volver a casa.

En este sentido, y perdonen barra para casa, los que nos dedicamos a la gestión y asesoramiento de empresas entenderán que una vez más nos sintamos entre la espada y la pared, el empresario quiere recibir un asesoramiento profesional, informado y actualizado para tomar el mejor rumbo en su empresa, pues de ello depende su medio de vida, pero sin duda este horizonte de incertidumbre desespera a cualquiera. Pero no solo la publicación del acuerdo que aún se espera debe suponer la confirmación de lo anunciado sino que supeditado a esa publicación debe ir vinculada la realización de nuestra labor profesional que corresponderá en gestionar ante el SEPE la posible salida de empleados del ERTE, la necesidad de comunicar la generación y finalización de prestaciones de desempleo, remitir a trabajo los nuevos horarios a realizar por los empleados (evidentemente antes de que se inicie), incluso la posibilidad aún hoy de tramitar, si fuera el caso, ertes de limitación para el que sin duda en este momento sobran justificaciones que a buen seguro la autoridad laboral aceptará, la pregunta es ¿Alguien con criterio y responsabilidad empresarial puede tomar decisiones ciertas sobre aprovisionamiento de materias primas, reincorporación total o parcial de empleados, horarios de apertura… sin que aún tengamos confirmación oficial a través del BOCYL cuando apenas faltan unas horas para su entrada en vigor? sin duda la respuesta es no, pues sin tener una “relativa” certeza las empresas hoy no mueven un dedo, porque hacerlo significa acrecentar las pérdidas.

 

En el trasfondo de todas estas cuestiones debemos sacar a la palestra esa eterna pregunta que muchas veces vemos aparecer en portadas de grandes medios nacionales y que hace referencia a la falta de espíritu emprendedor en las generaciones más jóvenes. Lo cierto es que sin duda lo ocurrido hoy demuestra de forma meridiana el origen de esta percepción y la respuesta a lo que ocurre a nivel social. Aún recuerdo como en mi etapa formativa siempre me enseñaron en la facultad de ciencias económicas y empresariales que la estadística, econometría y resto de ciencias vinculadas a la economía buscaban dar información al empresario para tomar decisiones fundadas, incluso permitía analizar horizontes favorables y desfavorables, pero sin duda nunca se enseñó, ni creo tuviera sentido, que uno de los horizontes que se debían analizar es el que no existe. Lo aprendido se pone en marcha a diario en lo profesional, pero asesorar a alguien sobre lo que pienso que piensa el que debe hacerlo, que se anuncia pero que igual no se hace, es realmente imposible.

Desde estas líneas, con la mesa del despacho repleta con las diferentes decisiones empresariales de los clientes, nos toca actualizar el BOCYL con frecuencia esperando que en cualquier minuto aparezca un decreto anunciado hace días pero que aún no tiene su eco en este mundo y que a buen seguro marcará el futuro de muchos de los negocios de nuestra provincia que ya en este momento se encuentra en la UCI, con un personal saturado y cansado y sin muchas expectativas de salir adelante por falta de “respiradores”.

Javier Guzmán

Asesor de empresas y profesor asociado.