Desde tiempos remotos, los montes de Prada de la Sierra,dibujan algunas leyendas que parecen sostenerse eternamente en las memorias .
Revolotean como el duende en el bosque, cuando juega a esconderse, temiendo ser descubierto.
Revolotean como el temido lobo .., que tienta con su rabo .., a los últimos pastores cuando anochece .
Revolotean como los aparecidos, aquellos que habiendo atravesado el umbral terrenal, regresaban y vagaban por las callejas o las cuadras pidiendo oración .
La Vieya ,es uno de esos personajes mitológicos ,a los que se le atribuye cierta influencia sobre los pobladores cercanos.
Su magnetismo es capaz de gobernar la mente de hombres, mujeres y niños , a través de su escondite.
Este escondite existe y es conocido, por los vecinos de Prada , como “ El caserón de la Vieya “.
Tras años de búsqueda del lugar citado ,por fin aparece ,desvelando su secreto mejor guardado.
El monte donde se halla fue lugar de pastoreo y pastores , que durante muchos años , cobijó a numerosos jóvenes de la localidad con sus rebaños.
Pero el temor del caserón de la Vieya , que es una cueva de pequeñas dimensiones, influye sobre los pastores de tal forma, que son pocos los osados en escudriñar en sus inmediaciones , y muchos menos, los que se atrevieron a entrar en la cueva.
La presencia de la Vieya parecía acomodarse por el monte , moviendo sus sayas viejas y negras, de un lado al otro entre los robles , que cualquier acontecimiento, pareciera magnificar sus poderes .
Pero la cueva o caserón de la temida Vieya sigue allí , en el regocijo rocoso, desde donde se avista todo el valle.
El lugar abrigado y elevado que la alberga , está tan escondido, que es un verdadero milagro encontrarse con ella .
Pero el milagro se produjo gracias a Concha , que con sus indicaciones, logró que llegásemos hasta ella.
Concha Morán Morán , natural de Prada de la Sierra, fue una de aquellas pequeñas pastoras que recorrió el valle, pero también, una de las pocas que se atrevió a acercarse a la cueva, y venciendo el miedo, consiguió resguardarse en la misma.
Sin sus indicaciones sería imposible haberla encontrado pero he de añadir que , el día que me encaminé en su busca , era el día de su cumpleaños , día que no olvidaré por su cariño y generosidad.
Isasy Cadierno