El cambio pasa de largo: euforia y depresión en España

Jornada electoral electrizante, con resultados contra todo pronóstico, que termina con el «no pasarán» en la calle Ferraz y en boca de un exultante Arnaldo Otegi.
Euforia justificada en las izquierdas de toda índole y las derechas independentistas ante un resultado inesperado que apaga sus temores al cambio de rumbo anunciado por el resto de las derechas.

Depresión también justificada en ese resto de las derechas al comprobar la pérdida de esa ocasión, percibida erróneamente tan próxima, que se esfuma irremediablemente por la vía de la aritmética parlamentaria.

Continúa así España sumida en un lamentable periodo de incertidumbre de consecuencias más que previsibles: reforzamiento de la cosmovisión progresista, cuestionamiento de las políticas y liderazgos de la derecha y una vuelta de tuerca más en la polarización de la sociedad. ¿Quién da más?

La aritmética parlamentaria es lícita, sí, y también democrática. ¿Pero lo es dejar la gobernabilidad de España en manos de aquellos cuyo objetivo manifiesto es precisamente la reducción de España, por ejemplo y a lo que parece, en las del señor Puigdemont? Esta es la gran paradoja española porque no estamos tan seguros de que la mayoría de los ciudadanos españoles estén por esa labor aunque la hayan votado.

 

En todo caso, en España -y quien conozca su Historia lo sabe bien- estamos acostumbrados a los grandes errores de sus próceres y sus nefastas consecuencias, hayan sido estos monárquicos o republicanos, progresistas o conservadores, intelectuales o iletrados. En eso estamos, de nuevo… que ya lo decían los de La Yenka: Izquierda, izquierda, derecha, derecha/. Adelante, detrás, un dos tres.