El   asombroso viaje de Juan Sebastián Elcano. Datos curiosos (I)

Se cumple este año 2022, medio milenio de una de las proezas más importantes de la navegación y de los viajes en general. La vuelta al Mundo realizada por el marino español Juan Sebastián Elcano. Fue una hazaña de primer nivel no sólo para España, si no  también para toda la Humanidad. La primera vuelta al Mundo  llevada a cabo.  La ocasión bien justifica pues, la redacción de este artículo en el que trataré y de modo muy elemental sólo algunas de las muchas cuestiones que cabría abordar respecto a este singular acontecimiento.

Aunque es propio de los humanos errar, no quiero equivocarme y por ello envié el borrador de este artículo a D. Valeriano Rey Martínez, teniente coronel de Infantería de Marina de la Armada Española, para que lo revisase, aunque como he dicho trataré cuestiones de ciencia elemental, como suelo hacer en general en mis artículos. Sus dos pequeñas matizaciones ya las he tenido en cuenta. Daré por supuesto, por otra parte, que hay una serie de conceptos que son de dominio público, como las coordenadas (geográficas en este caso) de la posición de un punto.

He leído en algunos libros, que  gracias a este viaje se pudo determinar la medida de la esfera terrestre. También que  cuando Colón se embarcó en su célebre viaje, creía que la Tierra tenía  una circunferencia máxima de sólo unos 30 000 km. en vez de los 40 000 que realmente tiene. Siglos antes de 1522, se llevaron a cabo intentos de medir la circunferencia terrestre, (Eratóstenes y más) de los que no hablaré para no extenderme demasiado. No obstante a lo que voy, es a exponer lo complicado que en el siglo XVI era determinar las dimensiones de la Tierra, incluso haciendo un viaje como el de Elcano. No sólo estaba la enorme dificultad de realizar el viaje, si no además llevar a cabo medidas precisas para determinar el tamaño en cuestión. Por ello entiendo que lo que demostró esencialmente este viaje, es que la Tierra es redonda.

Si sobre un globo terráqueo actual medimos (aunque sea sólo a grandes rasgos) la longitud total del trayecto realizado por Elcano, veremos que sobrepasa claramente los 40 000 km. Yo hice un tanteo y obtuve un total de  55 000 km. Por tanto aunque hubiesen dispuesto de un exacto contador de distancias , sólo se podría saber la medida de la Tierra, si había un registro preciso de la ruta seguida, es decir una relación de coordenadas de una serie de puntos clave por los que discurrió el viaje. Como es de dominio público fue una ruta en la hubo muchos cambios de rumbo. Por ello he dicho lo de “puntos clave”.

Ese registro precitado se llevó a cabo, como es bien conocido, aunque lo de “preciso” es discutible. En el mismo hay datos sobre las coordenadas (latitud y longitud) de una serie de puntos por los que se pasó. Asimismo hay algunos  datos de distancias (longitudes expresadas en leguas).  Ahora bien el tema es que tanto la determinación de las coordenadas, como de las distancias, era algo extremadamente complejo entonces. Vamos a verlo.

LATITUD  GEOGRÁFICA

En el mar y una vez perdida toda vista de la tierra, para saber donde nos hallamos las únicas referencias disponibles son las de los astros del cielo. Así podremos determinar la posición de un navío en cualquier punto o si se quiere conocer sus coordenadas geográficas (latitud y longitud). Tanto la Estrella Polar como el  Sol, sirven para determinar la latitud  de un navío. El caso de la Estrella Polar, es obvio y muy sencillo de entender. Su altura sobre el horizonte es la de la latitud del punto de observación. En El Bierzo por ejemplo la vemos a 42,5º. En el Hemisferio Sur, no se ve la Polar y entonces se utilizaba la llamada Cruz del Sur que era una referencia similar. Unos conocimientos básicos de geografía bastan para entender lo dicho.

Asimismo la observación cuidadosa de la altura del Sol podía servir para saber la latitud. En el siglo XVI supongo que a este efecto, la altura del Sol  que se tenía en cuenta era únicamente la correspondiente al mediodía , es decir la del instante en el que el Sol estaba  a mayor altura. Ese instante se buscaba por simple observación (estimación) y también dando por cierto que al mediodía solar  el Sol  estaba justamente al Sur en el Hemisferio Norte y al Norte en el Hemisferio Sur, direcciones estas determinadas por la brújula. Hoy sabemos no obstante que los polos Norte y Sur que indican las brújulas, no son exactamente los que indica la estrella Polar, pero en una primera aproximación y tratándose sobre todo del siglo XVI podemos ignorar este detalle.

Además era preciso conocer el valor de un parámetro llamado declinación solar, que podemos definir como el ángulo que los rayos solares forman con el plano del Ecuador. El ángulo en cuestión varía a lo largo del año, si bien en años sucesivos y en las mismas fechas su valor puede ser considerado el mismo. La relación matemática entre latitud, altura y declinación, sobre todo en el mediodía solar, es muy fácil de entender también con unos cocimientos muy básicos de astronomía. No se con que rigor conocían los navegantes del siglo XVI, el concepto y valor de la declinación. Pigafetta, cita la “línea equinoccial”. Entiendo que se refiere a lo que hoy llamamos línea del Ecuador. Tanto este singular paralelo como los trópicos debían ser conocidos ya desde los tiempos de los  antiguos griegos, pero….. Hoy hay muchas publicaciones más o menos especializadas que nos indican el valor de la declinación día tras día y casi hora tras hora, pero en el año 1522 la situación era muy distinta.

LONGITUD GEOGRÁFICA

No obstante, el conocimiento “exacto” de la latitud no era suficiente para saber la posición de un navío. Había que conocer también a la longitud es decir su posición respecto a los meridianos. En el siglo XVI y en concreto cuando se realizó este viaje de Elcano, el meridiano que se tomaba como referencia era el establecido en tiempos de los Reyes Católicos, para fijar las áreas de influencia de España (o los dominios de los Reyes Católicos) y Portugal. Es el conocido como Meridiano de Demarcación, citado por Antonio de Pigafetta, en su crónica del viaje. No obstante la longitud también se podía determinar tomando como referencia una ciudad, por ejemplo, cuya longitud respecto al citado meridiano fuese conocida.

En el siglo XVI y en concreto en tiempos de tiempos de J. Sebastián Elcano, era  mucho más difícil conocer la longitud geográfica que la latitud. Ello explica quizá porque Pigafetta, indica muchos datos numéricos concretos de latitud y muy pocos de longitud y de distancias. La relación entre diferencia de longitud y diferencia de hora (posición del Sol verdadero), es algo que supongo entiende perfectamente cualquier persona. Incluso la relación físico-matemática entre ambos conceptos. Una hora de tiempo equivale a 15º de espacio podemos decir de modo general. Para saber la longitud había que saber en todo momento la hora de algún punto (meridiano) de referencia y compararla con la de la nave. Pero esto en el siglo XVI era complicadísimo, casi imposible. Los relojes de entonces (de sol y de arena esencialmente) eran muchísimo más imprecisos que los actuales. No obstante ya en el siglo XVI se disponía creo de libros de navegación en los que se indicaban las horas (referidas a ciudades concretas) en las que tendrían lugar los eclipses. En alta mar al observar un eclipse ya anunciado previamente y sabiendo de antemano que hora sería por ejemplo en Salamanca en ese instante; se podía calcular la diferencia de longitud de la nave con respecto a Salamanca.

No hemos de olvidar que hoy en día los conocimientos científicos , nos permiten precisar y matizar muchas  cuestiones, como por ejemplo el hecho de que la Estrella Polar ,no se encuentra exactamente en la prolongación del eje terrestre.  Estas matizaciones nos permiten ajustar muchísimo más los cálculos para hallar la latitud y la longitud de una nave. No entraré en más detalles porque esto si que es sólo apto para  personas con unos conocimientos de navegación, astronomía y ciencias similares un tanto elevados y no para el ciudadano corriente. Baste añadir que todas estas circunstancias  al final lo que provocaban es que los datos de latitud y longitud fuesen sólo aproximados, si los comparamos con los que actualmente podemos lograr. Aún cuando fuesen muy exactas habría que solventar otro tema, que expondré en el próximo artículo.

El tema del viaje de Elcano da pie además para hablar largo y tendido de otros muchos asuntos, alguno de los cuales ya he esbozado y otros que ni siquiera he mencionado; pero que para no hacer este artículo muy largo (y aburrido) los dejaré para la parte segunda. Esto será en el siguiente artículo que publicaré en este mismo medio de comunicación.

Madrid  21 de octubre de 2022

Rogelio Meléndez Tercero