El árbol y las nueces

Lo vivido ayer en el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Ponferrada no es una cuestión baladí. Ha sido una muestra más de un modo o sistema de hacer política, en este caso local, en el que por saturación ha entrado en toda España y especialmente en Castilla y León en fase de revisión.

En la capital del Bierzo no se hablaba de si había conversaciones de ediles con empresarios que utilizan sus medios de comunicación para presuntos tratos de favor a cambio de campañas a favor o en contra. En el Pleno se evidenciaba una serie de personas víctimas de un modus operandi que tiene que realizar una catarsis para que todo aquel que se asome a la política lo haga con fe en que puede obrar bien y no ser tildado por la sociedad de insultos y sospechas de toda clase.

Ha sido Juan Vicente Herrera el que heredó el surgimiento de dos grupos mediáticos regionales en competición. Hasta ahí en una economía de mercado libre, como es la nuestra, todo normal. Pero por donde ha fallado el sistema es en crear monstruos empresariales y mediáticos que luego, como Saturno, devora a sus hijos después de ser él quien los ha concebido. José Luis Ulibarri y José Antonio Méndez Pozo, desde León y Burgos han tenido casi 35 años de colaboración con el poder desde Valladolid hasta Santiago de Peñalba y de esos polvos vienen estos lodos. Los empresarios han cumplido su papel de crecer, emprender, dar empleo e ir a más. Pero el sistema en diputaciones provinciales y ayuntamientos han estado sometidos, y aún lo están, al albur de intereses poco claros, legales sobre el papel, que todo lo aguanta, pero inmorales a todas luces.

Los grandes perjudicados son en primer lugar los propios políticos, por plegarse en ese tira y afloja normal y habitual de conversaciones, comidas, cafés y lo que haga falta. No satanicemos el verse como se pretendió ayer en el Pleno. Es lo normal. Pero hay líneas rojas invisibles en el que el empresario a veces transpasa llegando a los presuntos delitos. Ahí estamos. Después del político están los propios periodistas que, por obediencia a sus superiores, presta su firma, su tiempo y su trabajo a cuestiones que no son, ni de lejos, periodísticas.

Miguel Ángel Fernández hablaba ayer de «mafia». Creo que Tanque, el kamaraden, quizás se excedió. Pero algunos sufrimos como periodistas con responsabilidades la «guerra del hormigón». Por lo que sabemos de qué demonios estamos hablando.

Y por último, la víctima es la verdad, la ciudadanía, la opinión pública que no la publicada, pues se arruinan carreras periodísticas si no vas con la corriente, currículums de alcaldes a favor o en contra y demás.

Ayer hubo mucho ruido, mucha acusación velada, muchas repeticiones de conversaciones grabada por la UDEF, que por cierto, sigue grabando los móviles de media clase política leonesa, y mucho intento de explicación de algunos ediles de que ellos no renunciaban a 40 años de amistad, otros a verse como es normal con empresarios de cualquier tipo y la proclama de la alcaldesa por estar siempre supeditada al bien de la ciudadanía y de su ciudad.

Somos los pequeños y medianos empresarios los que realmente velamos por los intereses de cada zona, invirtiendo nuestro dinero, esfuerzo y trabajo. Pero a veces somos arrollados y ninguneados ante rodillos de mayor dimensión.

Hace unos días, un medio digital, competencia directa de éste, quiso como siempre bajo su estilo, mezclar a nuestra empresa matriz en este caso llamado Enredadera. Todo por salir el nombre de nuestro editor en conversaciones muy secundarias y aderezar con mala fe, como siempre, con declaraciones luego negadas por muchos protagonistas locales. La duda y la ofensa quedó ahí. Todo se aclarará en los tribunales al igual que lo sucedido ayer en el Consistorio, donde hubo ruido pero nada de nueces.