El Partido Popular cometió varios errores entre el 28 de mayo y el 23 de julio. Ganó las elecciones a los ayuntamientos y comunidades y a partir de ahí no hizo nada más, dio por ganadas las generales de dos meses después. ¿Quién cobró por diseñar semejante estrategia?
Peor todavía, lo que hizo le sentó fatal: permitió que candidatos ansiosos de recuperar el poder en ciudades y comunidades y que no tenían mayoría suficiente pactaran con Vox. Y dejaron que los de Abascal mostraran algunas de sus intenciones más burdas. En ausencia de campaña, esos pactos y las primeras baladronadas de Vox le dieron el mensaje hecho a la izquierda. El resultado es conocido. Antes de salir al balcón de la sede de la calle Génova la noche electoral Alberto Núñez Feijóo ya sabía que no gobernaría, aunque el PP había sido el partido más votado.
Segundo tiempo
El campo que le dejaron a un candidato tan dispuesto a robar balones como Pedro Sánchez fue suficiente para que intentara una operación de las suyas, es decir, embarullada y arriesgada, pero eficaz para sus propósitos, lecturas morales y de corrección legal y política aparte. Y se lanzó a urdir una investidura con solo 122 diputados. Las negociaciones con unos y otros llevaron a que dejaran para el final el pacto con Junts, un grupo liderado por dos condenados por varios delitos (Jordi Turull y Laura Borrás), que actúan a las órdenes de un fugitivo, Carles Puigdemont, obsesionado por la independencia –que tuvo que suspender– y con una psicología, digamos, compleja. Gran error. El PSOE pactó antes con ERC y Puigdemont vio la oportunidad. Su rival en el independentismo, Oriol Junqueras, había firmado. Ahora todo el campo era suyo para desquitarse a rabiar. Una semana ha tenido a los socialistas de acá para allá y esperando en el hotel de Bruselas. Hasta que han firmado todo, con lenguaje ambiguo y alambicado, pero firmado. Un acuerdo tan abierto que anuncia múltiples negociaciones, dando a Puigdemont la posibilidad de dejar caer el gobierno si no salen como desee. Aunque, en principio, espera sacar más si Sánchez se mantiene en La Moncloa.
Detalle añadido: falta el pacto con el PNV, experto en estas negociaciones y con una situación de rivalidad con Bildu en el País Vasco tan encarnizada como la de Junts y ERC en Cataluña.
Nueva agenda
Se abre una agenda absolutamente imprevisible. Dependiente todavía más de decisiones que terminarán siendo judiciales, con plazos muy distintos a los de la política. Lo único cierto es que se va a polarizar todavía más. Con el agravante de que estos políticos van a conseguir que se radicalice la sociedad, cosa que hasta ahora no había sucedido: la polarización era cosa solo de ellos. Se añade que también han logrado que todas las instituciones estén ya en entredicho y sean vistas como instrumentos partidistas. Y pronto vendrán nuevas ocasiones de incrementar la tensión: Urkullu y el sucesor de Feijóo en Galicia tendrán que decidir si esperan unos meses o adelantan sus elecciones, sin esperar a las europeas de junio. Igual en Cataluña, donde ERC gobierna en minoría.
En frase repetida, lo que se avecina es para muy cafeteros. Y por utilizar otra más muy socorrida: atentos a las pantallas.
Tras dos elecciones sucesivas hemos visto el mismo error, no controlar el momento y el orden de los pactos. La diferencia, gran diferencia, es que el PP lo rumiará desde la oposición y Pedro Sánchez desde La Moncloa.
Ángel M. Alonso Jarrín
@AngelM_ALONSO
en este pais ya estamos a dos pasos de decir que la muerte de chanquete es culpa de la derecha. A mi me resulta casi imposibe creer que pueda haber un cambio de opinión tan radical en un periodo de tiempo tan corto. Estoy convencido que ha habido pucherazo a través del voto por correo (casi 2 millones de votos con una custodia cuanto menos cuestionable) o indra, o los dos a la vez. Como también resulta incomprensible una mayoría absoluta incuestionable en el senado que no tiene un refrendo en el congreso. Ahora resulta que la gente vota derecha al senado e izquierda al congreso. Con un demente como sánchez piensa mal y acertarás. En el último de los casos, la mayor parte de culpa solo puede atribuirse a una sociedad borderline que premia a un político mentiroso compulsivo. Sólo en españa este sinvergüenza puede sacar 7 millones de votos. Solo en españa un politico que pone a violadores en la calle puede volver a ser presidente (si es de izquierdas claro)