¿Debemos Podemos? / ¿Se puede construir el futuro de las mujeres desde un extremo?

Un partido de extrema (izquierda) en el gobierno (y la pinta de uno de
extrema [derecha] para la próxima legislatura), no parece la mejor
forma de hacer las cosas.

Una ley que permite el cambio de sexo a la carta… a partir de los
dieciséis años con solo mostrar la voluntad de hacerlo… Se me
ocurren cantidad de problemas derivados, empezando porque a esas edades,
y probablemente bastante después, no se tienen claras muchas cosas… y
no parece ésta una para andar con vaivenes.

Una normativa pensada para proteger a las mujeres de agresiones
sexuales, que permite soltar a algunos canallas (por no decir otra cosa
que podría ser censurable en un medio de comunicación)… y la
Ministra tan empeñada en que es culpa de los jueces y no de los huecos
legales, que el gobierno ha tenido que salir del escollo sin contar
(precisamente) con una parte del gobierno.

Una ley de protección para los animales que se pasa con algunos (por
ejemplo con el asunto de animales que pueden constituir una plaga) y se
queda corta con otros (como dejando fuera a los perros de caza, que bien
se haría directamente en prohibir usar perros en la caza y fin del
problema).

El ojo puesto ya en prohibir completamente la prostitución… tema del
que ya hablé en un artículo anterior, estando completamente de acuerdo
en que hay que perseguir con todos los medios posibles la prostitución
ilegal pero preguntándome ¿Qué pasará si desaparece totalmente la
prostitución?

Una ley de paridad que dudo mucho que pueda hacerse justa, pues una
cosa es fomentar la incorporación de las mujeres a ciertos puestos, y
otra muy distinta es forzar esa incorporación. El tema de la igualdad
en general, creo que definitivamente estamos inmersos en una forma
errónea de abordarlo, porque sencillamente no somos iguales y desde esa
base habría que construir.

Físicamente están claras las diferencias, y por aquí podrían venir
bastantes problemas derivados de la ley con la que empecé este
artículo, pues podría llegar a interesar (al margen de orientaciones
sexuales, que las respeto todas porque allá cada cuál con su vida)
cambiarse de hombre a mujer para acceder por ejemplo a un puesto de
trabajo para toda la vida, como esos en los que las pruebas físicas son
intrínsecamente más asequibles para mujeres que para hombres, incluso
con estaturas mínimas distintas para acceder. Por no hablar de partidas
presupuestarias que han proliferado con ayudas expresamente para
mujeres.

Mentalmente parece bastante claro que a las mujeres se les dan mejor
unas cosas y a los hombres otras. Y está bien fomentar (pero no
forzar), porque hay algunas cosas que a las mujeres y a los hombres
podrían dárseles mejor o peor no por capacidades sino por aspectos
socioculturales… y estoy pensando por ejemplo en el ajedrez, en que se
separa a mujeres y hombres en las competiciones, y evidentemente no es
porque las mujeres sean menos inteligentes, sino porque, por el motivo
que sea, hay muchas menos mujeres a las que les haya dado por el
ajedrez, y entonces es mucho más difícil que haya un número
importante de ellas entre la élite del ajedrez. Es como si de un país
de muy pocos habitantes se pretende sacar una selección de fútbol que
pueda competir con la de un país con muchos habitantes y tradición
futbolera; evidentemente no sale, y cae en las fases clasificatorias.

Del mismo modo, empeñarse en que haya las mismas mujeres que hombres
en puestos en los que, por el motivo que sea, no hay una gran cantidad
de mujeres interesadas, pues va a suponer colocar a algunas mujeres en
esos puestos sobreponiéndose a hombres más capacitados. Creo que me he
explicado ¿No? Por exagerar: imaginad un supuesto en el que se
necesitan a 20 personas y hay 9 mujeres y 99 hombres postulados: las 9
mujeres tendrían asegurado el puesto, aunque hubiera entre ellas 3 que
en condiciones normales no serían aptas.

No puedo hablar de todos los ámbitos, pero os puedo contar un ejemplo
de mi experiencia: conseguir en mi municipio una lista paritaria para
presentarse a las elecciones es, si no imposible, una tarea complicada
en la que (por el motivo que sea) uno se encontraría a varios hombres
voluntarios por cada mujer que mostrara el mínimo interés en meterse
en estos berenjenales.

Me he extendido más con el tema de la paridad porque sobre los otros
ya he escrito antes, y porque es el que he escuchado más recientemente.

Sigo sin ver, tampoco, el tema tan repetido de que cobran más los
hombres que las mujeres. Me gustaría, si es que es cierto, que alguien
me dejara en evidencia, si fuera necesario, al respecto.

¿Cómo se calcula eso? Yo es que no conozco ningún caso. En lo
público por descontado que no lo hay; y en lo privado, (ojo) siempre y
cuando estemos hablando del desarrollo del mismo trabajo, estoy seguro
de que tampoco porque no tendría sentido.

Hay en la actualidad varios frentes abiertos en los que diría que el
feminismo se está excediendo, lo cual a la larga irá en detrimento
precisamente de las mujeres, a las que espero que les espere un futuro
mejor que el pasado que por desgracia han padecido… porque tengo dos
hijas.

Quiero acabar pensando que ojalá todas esas leyes cuanto menos
imperfectas que estamos tratando últimamente, sirvan para, aunque haya
que retocar alguna, sentar las bases para un futuro mejor.

Lo pienso porque en su día me veía a mí mismo criticar al gobierno
de Zapatero por varias leyes que veía discutibles e imperfectas, pero
que ahora con la perspectiva del tiempo hay que rendirse a la evidencia:
el fin de la lacra del tabaco en lugares públicos, el matrimonio
homosexual, la ley de dependencia, el fin de ETA (una cosa así no puede
ser casualidad que ocurriera cuando ocurrió), ….

La cuestión es si en esta ocasión, con todas estas leyes que llevan
el sello de un extremo, se podrán asentar en el tiempo.

Tomás Vega Moralejo