De alcalde a mamporrero en la Corte

De niño siempre me llamó la atención una serie de personajes disfrazados con atuendos dieciochescos, portando mazas y pendones en las grandes ocasiones municipales. Con el tiempo, reconocía las caras de esos señores en algunos guardias locales o empleados del ayuntamiento. Maceros, pendones y pendonetas…eran algunos de sus apelativos. Pero buceando en los cargos de instituciones, en especial en las grandes casas y hasta de la realeza, llama la atención el oficio de mamporrero, aquel que dirige el miembro del equino para cubrir a la yegua o persona que es usada por un mando para cumplir un fin determinado. Este oficio, sin duda, ha transcendido al lenguaje coloquial de nuestros días llamando mamporrero a un personaje secundario mandado a realizar un feo hecho por orden de su superior. En ésto, nos damos de bruces con el papelón que esta semana le ha tocado desempeñar al anterior alcalde de Valladolid, Óscar Puente, en la moción de investidura de Núñez Feijoó.

El desprecio calculado de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz de no subir a la tribuna para contestar al líder del Partido Popular ha sido, sin duda, un golpe de efecto que nadie se esperaba. Como una novillada entre amigos y no una corrida taurina de tronío, el presidente en funciones socialista y su aliada comunista, soltaron al de Valladolid como quien azuza a un bulldog y luego lo dirigen a una víctima. Y el exalcalde pucelano feliz y contento con su nuevo rol, apartado de su poltrona por el pacto PP-Vox, se presenta como víctima de un contubernio del centro derecha y la de más allá. En nuestra profesión hemos visto casi de todo, pero siempre la realidad supera a la ficción, siempre hay sitio para el nunca visto todavía y a fe que el apelativo de mamporrero, ahorra en las Cortes españolas, le viene que ni pintado al siempre polémico diputado vallisoletano que aún hoy en día se cree el verdadero líder mediático del PSOE de Castilla y León. Tudanca, el que de verdad manda en el socialismo regional, reinterpretó magistralmente el papel de Fidel Castro cuando sugirió al Ché seguir haciendo la revolución por Sudamérica mientras él remataba la gesta sentado en su sillón de poder autoritario en Cuba. “Vete a Madrid que yo vigilo”, le vino a decir.

ABC

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