En la pluma del poeta ,aguarda la tinta tendida al antojo del tiempo ,que escapa.
De los cuentos bonitos derramó el silencio para callar, bajo el cobertor ,las ilusiones.
De los malos brotó la palabra ,cuando la abuela ,transformaba los negros letargos del secreto ,para soltarlos a volar cuál mariposa.
Y los niños miraban el vuelo mientras comen pan , siguen su gesto , que se tornó de colores cuando habla del Lobo.
Con breves palabras explicó a los pequeños quién era la luna , y mientras quedan en silencio escuchan el despertar ,que según la abuela , era dama blanca que anunciaba los sueños cuando no se cumplen.
Los niños miraron arriba , apuntaron con sus dedos , aquella dama que asoma por encima del chopo , dejando estelas que se reflejan en sus ojos.
Pero Irrumpen el silencio los cencerros de alguna oveja ,que llega de lejos , vuelven los Pastores .
La abuela y los pequeños, con candil en la mano , hacen señas al pastor en la oscuridad, guían con su luz como la luna el camino de regreso , siguiendo el rastro de las mariposas del cuento.
Y no hubo besos ni abrazo del pastor, quedaron en el zurrón viejo , o en el monte , o en la costumbre de no darlos .
Pero está ella , la abuela y su regazo, allí donde van a parar cuando abrazan su mandil negro.
Fotografía: Juan Carlos Campos
Isasy Cadierno .