Al final de la década de los sesenta el cantante argentino Alberto Cortes, a la muerte de su padre, lanzaba al mercado musical una canción, según un periódico chileno uno de los tres mejores temas castellanos del siglo XX, que llevaba por título “Cuando un amigo se va” continuando con “queda un espacio vacío”. El primero de los dos versos se cumple en el caso de Lupicinio Hernández de la Cruz que nos ha dejado para siempre pero no el segundo.
El destino nos deparó que en esos años comenzase mi relación con Lupi que ha sido estrecha y cordial sin traspasar los límites marcados por la amistad. A lo largo de medio siglo compartimos vivencias y actividades, cada uno en esferas y campos distintos, hasta que llegó un momento donde me sentí tan atraído por su vida que le propuse embarcarnos en una empresa común. Me costó vencer su timidez y humildad pero al final lo conseguí iniciando, a partir de ese momento, largas y entrañables conversaciones a medida que abría su particular baúl de recuerdos reflejados en el libro “simplemente Lupi” que salía a la luz pública en el 2015.
Ahora Lupicinio ha iniciado un nuevo camino que conduce, según algunos, a la eternidad. Los que te decimos adiós y relacionamos la palabra anterior, en una igualdad matemática, con el recuerdo estamos seguros que esa andadura será eterna, porque a tus espaldas queda el ejemplo de un luchador incansable que se hizo a si mismo superando barreras, de un ejemplar padre de familia, de un hombre menudo de rostro vivo y despierto con cierto aire bohemio, espíritu inquieto y romántico, que siempre sonreía poniendo en sus labios la palabra oportuna y la mirada al frente, captando con sus ojos toda la belleza de nuestra tierra para luego, con pinceles y paleta, trasladarla a una obra pictórica donde queda reflejado ese Bierzo que te dio cobijo cuando comenzaste la lucha por la vida.
Estoy seguro que en tu nueva andadura, estés donde estés, también harás acopio de nuevas anécdotas, sueños y anhelos que a lo mejor en su día nos trasmites forjando un nuevo relato donde seguirás siendo “simplemente Lupi”.
José Cruz Vega Alonso