Cuando la noche es demasiado oscura

Bajo una noche que pesa mil demonios, el enloquecido Rey lamenta la enfermedad de su querida Reina, y espera entre desquiciantes ladridos de perro y campanas demasiado agudas la muerte de ésta. Su bufón, el servicial Folial, acompañará al noble durante la noche en la que la luz se convierte en tinieblas, y el amor se oculta bajo telas baratas.

El Conde Gatón, de nuevo sobre las tablas

La compañía berciana interpretó durante las dos noches pasadas su Pavana para un Bufón Triste, obra escrita por el dramaturgo Michel de Ghelderode bajo el título original de Escorial. El tenebroso y misterioso aire que ya caracteriza a la compañía de Ovidio Lucio Blanco no faltó en la noche. Velas que acompañaban a la triste luz blanca que iluminaba a los personaje, vestimenta de colores sino oscuros, sí apagados y perfectamente escogidos para la obra. Un atrezzo escaso pero justo y una música inquietante, eran la guinda que acompañaba la función.

Si bien las luces eran en ocasiones demasiado rápidas y la música no acababa de mezclarse con el ambiente, el peso de estos mínimos detalles se compensaba con un guión magistral y una buena argumentación y puesta en escena.

Dos almas rotas bajo el telón de la muerte

Sobre el escenario se vio la actuación de José Manuel Valcárcel como el bufón Folial y Javier Vecino como el sagaz Rey. Ambos soportaron el peso de dos papeles ciertamente duros, que en la superficie parecen comunes, pero que a lo largo de la obra se muestran como atormentados por secretos que solo revelan al cambiarse los papeles. Tanto el rey como el bufón, que acaban inmersos en una lucha cómica y a la vez desgarradoramente real se convierten a un tiempo en cazadores y en cazados. Todo en una noche que acalla al propio silencio.