Resultado del difícil pacto Partido Popular con Ciudadanos, los de Mañueco tuvieron que dar las sillas de Presidencia de las Cortes a Luis Fuentes y la vicepresidencia y portavocía a Francisco Igea. Eso para empezar. Dos plataformas bien visibles con capacidad de acción bastante libre y correa de sujeción de los propios populares que, en su rasgadura electoral de no contar con la mayoría absoluta, han aceptado «pulpo por animal de compañía».
De Igea hemos hablado y mucho aquí. Ahora está imbuído en su carrera a presidente nacional de Ciudadanos aunque torpemente man- tenía una falsa incógnita hasta esta semana. Lo curioso es que su rival, Inés Arrimadas, además de contar con el inicial respaldo de ser la número dos de su formación, siempre pide luz y taquígrafos en las negociaciones. Mientras que Igea clama por reunirse pero a puerta cerrada. Muy a sus formas como cuando ganó por expulsión y fraude a su contrincante de cuyo nombre nadie, ni en el PP, quiere citar.
Pero con su sonrisa amable y sus formas exquisitas Luis Fuentes se ha quedado con el sillón de presidente del parlamento castellano y leonés. Sus decisiones en diversas materias no están siendo del todo acertadas. Querer derrumbar la Fundación Villalar ha sido como poner cargas de explosión remota al órgano que más ha hecho por la conciencia autonómica contando siempre con todos los medios de comunicación e intentando trasladar actividades y aniversarios por las nueve provincias y media de la Comunidad. Incluso su política de apertura de despacho, reuniones y demás deja mucho que desear con multitud de colectivos, asociaciones de todo tipo y empresas con las que más se nutrirían mutuamente de ese espíritu regional que se intenta mantener vivo y sano.
No sabemos quién asesora a Fuentes, a quien conocemos y sabemos de su afabilidad, pero seguro que en su segundo nivel, el desconocido del día a día, hay alguien dinamitando el diálogo con el Grupo Popular y con la propia sociedad que más defiende su idiosincrasia -la de las Cortes-. Craso error.
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