El Consejo busca sede

El Consejo Comarcal del Bierzo es una institución atípica. Todos lo sabemos. Nadie que se precie de conocer la provincia de León negará que tan amplio territorio pivota sobre dos ejes, en todos los sentidos, llamados León y Ponferrada. José María Aznar pudo ser muchas cosas, pero tonto no. Supo, como presidente de la Junta de Castilla y León darle una Ley al Bierzo para aplacar toda posible tensión localista o regionalista con un sentido común que es precisamente el mayor de los sentidos.

No vamos a editorializar hoy aquí de las funciones del Consejo, de su financiación finalista y sin a penas euros para los que ejecutar políticas que ya vienen hechas, principalmente de Castilla y León, esto es, de Valladolid. A veces a los presidentes comarcales de todos los bercianos se les trata como a una primera dama protocolaria de una Casa Real. Se le llama a todo pero no tiene per sé, ninguna competencia o atribución más que la representativa de 130.000 almas y bajando -por el censo, claro-. 

El Consejo Comarcal no debe ser juzgado por el color político. Craso error. Si no por lo que realmente queremos hacer con él y pelear por ello. En las circunstancias actuales, en las que las localidades más pequeñas se despueblan hacia las cabezas comarcales o provinciales no deja de sorprendernos como la gran mancomunidad que debería conformarse en torno al organismo berciano no suscitase un pacto multipartidista. Es el único camino que le queda, si es que queremos darle contenido real al Consejo: tomar funciones de entidades locales menores. Sí, una subdiputación. Con ello la Diputación de León y su delegación se fundiría en un solo organismo. Y los ciudadanos íbamos a ahorrar mucho dinero. Pero muchos nos tememos que dar un pasó así por los intereses particulares no lo permitirán jamás.

Recuerdo un librito de Manuel Fraga Iribarne, que a inteligente le ganaban pocos a pesar de sus muchos defectos. Se llamaba «La Administración Única». En resumidas cuentas venía a proponer un solo cuerpo estatal público solo que en diferentes escalas y grados. La de duplicidades de funciones y de problemas que nos arreglaría esa concepción de la cosa pública.

El edificio de Ciuden ha quedado vacío y sin uso

La última noticia que ha suscitado polémica y que ha calentado un poco los mentideros, redes sociales y demás ha sido la operación fallida de alquilar y posterior compra de los locales de Procupisa en el Boulevard o avenida Juan Carlos I del Barrio de La Rosaleda. Una operación en la que las cifras eran excesivas y la sombra de negocio fácil para alguno se extendió como un reguero de pólvora por Ponferrada.

Por si sirve de algo. Aquí insistimos en que la actual sede en el Edificio Minero con alquileres rebajados es poco funcional y provisional. Lanzamos la idea para que el Ayuntamiento de Ponferrada reciba y asuma las antiguas y remozadas oficinas de la Ciuden, que el Ministerio de Industria cedería de mil amores. Con ello el municipio ganaba en patrimonio. Acto seguido se le impone una renta que cubra el funcionamiento y mantenimiento de esas oficinas al Consejo y tendríamos el mayor organismo berciano en un complejo soberbio donde, aunque no se tenga poder y competencias, el papel diplomático y de relaciones institucionales de la comarca quedaría enmarcada en un lugar adecuado y polifuncional. El presidente de turno del Consejo no será un rey, pero impondrá a todos y cuantos vengan a visitarlo como cuando uno acude a Zarzuela. Y a coste cero para los ponferradinos.

Otra cosa es el Museo de la Energía y las instalaciones de Cubillos. Pero eso…ya veremos porque hay Fundación Ciuden para rato.