La RAE define adanismo como “hábito de comenzar una actividad cualquiera como si nadie la hubiera ejercitado anteriormente”. Siete años lleva Ponferrada siendo víctima del muy acusado adanismo de Gloria Fernández Merayo primero y de su socio político y heredero Olegario Ramón hasta hoy. El objetivo parece ser que nada de lo anterior quede en pie, con la salvedad de que ni la Sra. Fernández ni su discípulo el Sr. Ramón han venido para construir nada con lo que sustituir la nada que dejó una y dejará el otro. El último ejemplo de la política destructiva del actual gobierno local es el certificado de defunción del Patronato Municipal de Fiestas perpetrado esta misma semana. Este Patronato, creado en su día por el alcalde Celso López Gavela como órgano de participación y coordinación sin coste, molestaba al equipo de Olegario Ramón por lo mismo que otros que también han desaparecido: daba voz a toda la corporación y a diversos agentes sociales y ciudadanos, lo que chocaba con el control férreo y excluyente que un vulnerador de derechos fundamentales pretende para sí. Cierto es que ya antes de la desaparición la Concejalía de Fiestas se había arrogado todas las funciones del Patronato y apenas lo convocaba para la aprobación de cuentas, pero lo que ocurre ahora es que futuras corporaciones ya no podrán arreglar el desaguisado porque se encontrarán un solar, como con tantas otras cosas. Obviamente, la Ley de Contratos del Sector Público (o Europa, vaya usted a saber) tendrá la culpa como si una mínima voluntad de adaptar los estatutos en este mismo mandato no hubiese sido suficiente para evitar la desaparición como se ha hecho con éxito en municipios vecinos. Pero lo importante para este equipo de gobierno es arrasar con la participación y manejar su desidia con puño de hierro. Es el único plan trazado en su obsesión por dejar huella. Tampoco se ha salvado el Instituto Municipal para la Formación y Empleo, caído antes que el Patronato por ser un órgano con participación de todos los partidos presentes en la corporación y cuyas funciones no pueden sustituirse desde la alcaldía por falta de competencias y de competencia, dicho sea de paso. El IMFE era un incordio para Ramón no sólo por ser una herramienta con cierta pluralidad, sino porque además chocaba con su oscura política de personal que nada tiene que envidiar a la de pretéritos gobiernos de la derecha. Y pendientes estamos del órgano unipersonal anunciado para sustituir a Pongesur al coste que sea. Porque conviene recordar que lo que molestaba al alcalde de esta sociedad municipal no eran sus objetivos, sino que toda la corporación se sentaba en la asamblea. El gobierno de Samuel Folgueral no disolvió Pongesur porque el coste hacía la operación inviable, pero demostrado está que para Olegario Ramón siempre hay dinero en las arcas si de acumular poder se trata.
El adanismo galopante está en todo, desde la estrategia destructiva en la gestión hasta las cosas más pequeñas. Si un alcalde del PP pinta los autobuses, el Sr. Ramón los pinta de otro color aunque sea para dejar el servicio como estaba con un coste muy superior, para que se note que por aquí ha pasado la Nortada. Si Celso López Gavela consiguió abrir el Parque del Temple, el actual alcalde lo arrasa y asfalta para que en el futuro la única sombra sea la de su programa electoral de municipalizaciones de mentira. Si la Noche Templaria era un multitudinario reconocimiento al Castillo como símbolo de Ponferrada, el equipo de gobierno se la lleva a la vera del río. Si no hay tasa de basuras porque ya se está cobrando, se crea una nueva y se le echa la culpa a Europa. Si la maquinaria para la limpieza de la ciudad se adquiría con el fondo de inversiones de un contrato mucho menos oneroso que el actual, ahora se carga al bolsillo de la ciudadanía al tiempo que se multiplica el coste del servicio. Si otros ahorraban, Olegario Ramón despilfarra. Si otros consensuaban, Olegario Ramón impone. Si otros gestionaban, Olegario Ramón acapara. Pero el adanismo del alcalde tiene trampa: se trata de que todo cambie para que todo quede igual que si gobernara el Partido Popular de su añorada alcaldesa. Así, la política gatopardiana de este gobierno municipal propone revoluciones consistentes en reprivatizar servicios a cargo de las mismas empresas, encantadas de cobrar mucho más. O en pasar a gestión directa secciones que luego tienen que recurrir a contratos con empresas privadas porque sólo se trataba de una estrategia de marketing. Frenética actividad virtual para tapar la total ausencia de acción real y del mínimo aprecio por una Ponferrada que tendrá que esperar pacientemente a las próximas elecciones para que algo cambie de verdad.
USE BIERZO