Caminos y Canciones

Quedaron por el camino; pero permanecen en nuestros corazones, y en algunos casos, en sus canciones: Enriquito, Guillermo, Bica, Eduardo Camacho, Ángeles LLata, María Teijelo, Nicolás Solana, Ángel Ruíz, Roberto Herce Blanco, etc. El elenco de personas que colaboramos en la representación de «El Señor de Bembibre» en el Castillo de los Templarios, en 1977, lamentamos la pérdida de uno de sus miembros.

Siempre recordaré a Roberto Herce como un chaval alto, delgado, sonriente… con el pelo rizo y una manera peculiar de hablar. Recuerdo perfectamente, en esa obra teatral anteriormente citada, la escena donde él tenía que llevar un mensaje de una tarima de madera a otra; era una puesta en escena nocturna e itinerante en el interior de la fortaleza, todavía en ruinas. ¡Cómo le animaba el público!, hasta le daban palmaditas en la espalda mientras sorteaba las irregularidades del terreno, deslumbrado por los cañones de luz. De su dedicación a la música ­―y nunca refiriéndome a la parte más íntima y menos conocida por algunos, que era la composición―, tengo la imagen de un integrante de la Banda Municipal, con un traje impecable y una tuba reluciente. Hoy También he buscado sus obras en Internet: la que yo llamo «Generación de los 80» en Ponferrada, hizo aportaciones culturales para la ciudad, sensacionales. Últimamente le había saludado varias veces, cuando ya estaba atrapado por esa maldita enfermedad, «cáncer». Ayer, 27 de julio del 2020, año del COVID-19, hemos acudido a tu funeral. A los 63 años dice la esquela. Mi más sentido pésame a Soto y a toda vuestra familia; a tu fiel amigo y compañero en las pequeñas y grandes batallas, Javier Vecino; al Grupo de Teatro “Conde Gatón”; a tus compañeros y compañeras de la Junta de Castilla y León, de la Banda de Música; y a todas tus amistades.

¡Hemos ido a despedirte con la mascarilla puesta! ¿En qué papel higiénico escribieron el guión de esta secuencia tan absurda?

Ahora ya no tienes que preocuparte por la circunstancia de la edad ni de la pandemia. Has abandonado un cuerpo inservible para regresar al mundo espiritual que impulsaba tus melodías. Tú, ya llevas el Paraíso dentro: la felicidad eterna, la esencia inmortal, indestructible, el amor infinito… sólo faltaba ese instante en que se corta el cordón de plata y que nos libera para siempre de este mundo material. Muchas gracias por todo lo bueno que nos has dejado. Descansa en paz.

 

Gregorio Esteban Lobato, Ponferrada, a 28 de julio del 2020.