Desde ese rincón de la extensa Comunidad de Castilla y León llamado el Bierzo se ha vuelto a poner encima de la mesa la eterna cantinela de convertir esa singular comarca en un ente administrativo superior, esto es, provincia.
Que el Bierzo fue provincia hace 200 años lo dice la historia, y eso no lo puede negar nadie. Como tampoco se puede negar el hecho anecdótico que Astorga ciudad fuera capital de la provincia de León durante el breve reinado josefino. En ambos casos, la Ilustración afrancesada retocaba los que allá eran departamentos para modelar un mapa provincial más en sintonía con la realidad geográfica y sociológica.
Lo que sucede, como le pasa a la Administración eclesiástica con mapas administrativos que nada tienen que ver con los mapas políticos, es que un sustrato cultural que sigue vivo en la comarca berciana cuenta con su mecanismo político para mantener viva esa llama recordatoria. En el Bierzo para encajar has de comportarte como en otra provincia aunque todo el mundo sepa que no lo es en realidad. De ahí astutamente José María Aznar y luego Jesús Posada, oficiaron la creación del Consejo Comarcal del Bierzo, con lo que a medio camino quedó la cosa entre los provincialistas, regionalistas y comarcanos.
El Parlamento gallego a través del BNG llevó una PNL este miércoles que no prosperó por mor de la oposición de los grandes partidos. Pero que sí ha servido de campaña de propaganda y concienciación a Coalición por el Bierzo, con el Partido del Bierzo en su núcleo.
¿Fuegos de artificio? ¿Reivindicar algo imposible en el mapa actual de comunidades autónomas de Galicia y Castilla y León?
La sensatez pide que estos movimientos sentimentales y sociológicos provocados por el peso de la propia historia canalicen una realidad incuestionable: El Bierzo. Pero de la misma forma que la entidad provincial rompe los esquemas diseñados contemporáneamente, se debe dar un paso más porque lo pide el día a día de la sociedad comarcal. Fortalecer con posibilidades de financiación propia, dotar competencias locales y establecer un ente comarcal que es necesario como una cuestión protocolaria singular mucho más fuerte es la única solución sensata que se presenta a este crónico galimatías. Castilla y León tiene y tendrá nueve provincias y media.
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