Hace ya bastantes años se publicó un curioso y divertido libro titulado Antología del disparate. Su autor es el catedrático del instituto masculino de Málaga, Luis Díez Jiménez. Se han hecho por lo que veo varias ediciones e incluso una ampliación titulada Nueva antología del disparate. En el mismo se recogen respuestas equivocadas que en exámenes diversos, han dado los estudiantes que hay que calificar como torpes. Es un libro que además de divertido puede servir de baremo para medir el nivel (bajo nivel) de conocimientos de los estudiantes.
En mi época de colegial también en alguna ocasión, nos divertimos a costa de respuestas disparatadas de los exámenes. El problema es ya más serio cuando esos errores trascienden a otros ámbitos. Creo que hace un tiempo el conocido político Miguel Ángel Revilla, a propósito de ciertos trenes que no caben por los túneles por los que deberían pasar, comentó con su habitual expresividad que pensó que se trataba de una broma. ¿Cómo es posible no percibir tamaño error?. Es perfectamente lógica y comprensible la afirmación del Sr. Revilla. El tema -añado yo- es que por desgracia en redes sociales y sobre todo en algunos medios informativos (prensa e incluso televisión) proliferan noticias disparatadas que ¡¡son aceptadas sin rechistar por gran parte de la sociedad!!. Parecemos un país tercermundista y/o medieval.
Yo me he hecho eco de algunas: terraplanistas, búsqueda de agua subterránea, confusiones en fórmulas matemáticas que debería saber un niño de 10 años, errores históricos garrafales, rocas volcánicas imaginarias… Pero es que últimamente se ha puesto de moda otra actitud irracional y anticientífica tan horrorosa que podría caber como “noticia” del Día de los Inocentes. Me refiero a esos métodos adivinatorios para conocer de antemano la previsión meteorológica, que nada tienen ni de racional, ni de científico, ni de lógico.
LA RELACION CAUSA -EFECTO
Para fijar de modo racional la relación entre una hipotética causa (A) y un efecto (B) no hace falta ir a universidad alguna. Basta con pensar. Pensar y además hablar en términos estrictamente matemáticos. Lo que no se puede pesar, medir o contar, es decir cuantificar, en imposible de evaluar. Para intentar explicarlo lo haré con un ejemplo. La causa (A) que vamos a analizar es el comportamiento de las hormigas. El efecto (B) es la lluvia, nieve, la temperatura, las horas de sol… en definitiva, lo que habitualmente entendemos como “el tiempo que nos espera”.
En primer lugar, hay que definir en términos matemáticos el factor A. Se debería hacer un número concreto, registrado y contabilizado de parámetros cuantificables (pesar, medir, contar), en diversos lugares donde haya hormigas. Cuanto mayor sea el número de observaciones, mejor. Además hay que presentar datos numéricos sobre todos los parámetros medidos, por ejemplo velocidad media de las hormigas, densidad de estas por unidad de superficie, los cambios de dirección que hacen y su magnitud (expresada en grados) y cualquier otro parámetro cuantificable. Como obviamente son muchos, muchísimos, los datos, no hay más camino que realizar análisis matemáticos estadísticos, para que nuestra memoria no nos falle o falle lo mínimo posible.
Por lo que respecta al efecto presumible o investigado (B), hay que hacer lo mismo. Una expresión matemática del mismo. Litros de agua por unidad de superficie, espesor capa de nieve, horas de sol, horas de lluvia, temperaturas, fechas concretas… y al final de todo un enorme listado de números, que se expresan en diversas formas, como porcentajes o cualquier otro parámetro, siempre matemático.
Por último hay que establecer la conexión causa efecto. La casualidad o la suerte están presentes a menudo en este mundo. Sólo la reiteración de las observaciones rigurosas, el análisis matemático y la contabilidad rigurosa de análisis y resultados pueden establecer la relación causa-efecto, y siempre en términos de probabilidad matemática. De este modo estaremos en condiciones de conocer el futuro en términos, aunque sólo en términos, de probabilidad matemática a partir del pasado.
Esta práctica de conocer el futuro (probabilidad) a partir de las experiencias del pasado, se viene haciendo a nivel particular y a nivel social desde hace siglos. Las casas aseguradoras aun hoy día lo siguen haciendo. Pero estas previsiones parten siempre de la premisa de que las mismas circunstancia del pasado se mantendrán en el futuro. En el caso de la previsión meteorológica y habiendo fundadas razones de cambio climático, es probable que las situaciones del pasado no sean las del futuro. Es así de simple. Por tanto, y por ejemplo, los cálculos de probabilidad matemática de que un arroyo se desborde habrían de ser revisados y recalculados en base a la situación actual… si es posible. Pero resulta que el joven adivino… ¡defiende métodos antiquísimos y tradicionales! Creo que en los tiempos que corren no es el momento adecuado para ello.
Por otra parte hay determinados fenómenos físicos, como por ejemplo el punto donde se hallará un automóvil al cabo de un tiempo, que se calculan con facilidad, pero eso sí, siempre y cuando tengamos una serie de datos matemáticos de la situación de partida y datos también de las características físico-matemáticas del movimiento velocidad dirección y sentido; asumiendo además que estas van a permanecer invariables. Los estudiantes de física normalillos deben saberlo con menos de 16 años.
Los métodos utilizados para predecir el tiempo que hace el muchacho tan conocido (Jorge Rey) no cumplen en modo alguno con el método racional y científico aludido. He leído reiteradamente las “razones” en las que se basa para predecir el tiempo y no las hallo por parte alguna. Por tanto entiendo que, como muchos otros adivinadores, habla en base a creencias. Hay quien cree en los extraterrestres o en los demonios y hay quien cree que es capaz de adivinar con rigor aceptable el tiempo.
Si el método empleado para realizar las previsiones meteorológicas se basase en observaciones, experimentos y mediciones comprobables no habría problema alguno en aceptar la validez de esos métodos adivinatorios (serían más bien cálculos físico-matemáticos). Pero por lo que yo he visto (me fijo bastante en lo que dice ese chico), no es así.
MAS DETALLES
Son muchos quienes afirman que esos métodos no científicos funcionan porque “aciertan”. Lo niego rotundamente. Los horóscopos, la cartomancia, la quiromancia, el Calendario Zaragozano… y las previsiones de Jorge Rey, se hacen empleando un lenguaje ambiguo y confuso. De este modo siempre se puede argumentar que se acierta y al mismo tiempo que no. Es un viejo truco que a veces emplean hasta algunos políticos. Respecto al “acierto” que hizo famoso al chico adivino (diagnosticar la borrasca Filomena), yo sólo me pronunciaría si conociese exactamente cuales fueron sus palabras textuales para indicar ese evento futuro. Aunque hubiese acertado plenamente hay que recordar que los experimentos a menudo hay que realizarlos muchas, muchísimas veces para asegurar la conexión causa-efecto con un nivel de probabilidad alto, es decir del 90% por ejemplo.
He visto en la Red encuestas en las que un alto porcentaje (hay cifras numéricas concretas) señala que se confía en el citado chico-adivinador del tiempo. Ahora bien la fiabilidad de esas encuestas es cuestionable, porque los que las contestan son quienes “pinchan” en el artículo que alaba los supuestos aciertos de J. Rey. Quienes no se fían de sus pronósticos ni siquiera leen el artículo y por ello no llegan ni a ver la encuesta. Esta ha de hacerse en un muestra de población representativa de toda la sociedad española para que sus resultados sean creíbles.
Yo sí suelo leer los artículos e “informaciones” que hablan de las habilidades y aciertos de ese chico. Lo hago para ver si hallo alguna razón que me haga siquiera suponer que quizá pueda acertar. No la he hallado. Si la hallo por supuesto que la pregonaré. Errar es propio de humanos. Yo a veces me he equivocado y así lo he reconocido en público en mis artículos. Todos nos equivocamos, pero en este caso lo que está sucediendo me parece que es lisa y llanamente hacer el ridículo. La prensa española que se hace eco de este tipo de “informaciones” en mi opinión desprestigia al conjunto de la profesión periodística.
Para terminar, voy a explicar cual puede ser (en mi opinión), el motivo por el que buena parte de la prensa se hace eco de esos métodos que no son racionales. Seguramente el hecho de que los aciertos de los profesionales, investigadores y estudiosos de la atmósfera se consideran algo normal y esperable. No son noticias relevantes. Lo que no es esperable es que un chico sin formación científica suficiente y tan joven “acierte”. Eso es lo que llama la atención y lo que da audiencia. Es como si de pronto saltase la noticia de que un equipo de futbolistas aficionados (el de mi pueblo, por ejemplo), derrotase por una goleada al Real Madrid. La noticia daría la vuelta al mundo… aunque fuese de dudosa fiabilidad. Aquí quizá esta la clave.
Parece que este chico quiere ser meteorólogo profesional. Muy bien. Deberá ponerse a estudiar con ahínco diversas materias. Por citar algunas, yo opino que matemáticas, física, biología (para estudiar el comportamiento de ciertos animales), geología… Al final del camino se hallará con una sorpresa quizá desagradable. Se dará cuenta de que todas esas previsiones y creencias que le están haciendo famoso…¡¡son un disparate porque no tienen fundamente racional alguno!!. No sería la primera vez que ocurren situaciones similares en otros campos del conocimiento racional y científico de nuestro mundo. La Ciencia es racional. Las emociones, sentimientos, corazonadas, creencias, ilusiones y demás, no.
Madrid , 7 de septiembre de 2023