Ante la tentación socialista, resistencia

El reciente escándalo político que vuelve a poner en el centro a José Luis Ábalos, ex número dos del PSOE y exministro de Transportes, revela una maniobra poco ética y preocupante: el presunto intento de comprar la voluntad de una procuradora de Ciudadanos en las Cortes de Castilla y León para desestabilizar al gobierno regional del PP. Este episodio, que se remonta a la época en la que Ábalos aún ostentaba poder dentro del PSOE, evidencia la estrategia de fondo de un socialismo que, incapaz de ganar en las urnas ciertos territorios, no duda en recurrir a maniobras oscuras para alterar mayorías legítimas.

La revelación de estos hechos, que se enmarcan dentro de una trama más amplia de corrupción y uso partidista de las instituciones por parte del Gobierno de Pedro Sánchez, no ha sido suficiente para derribar el bastión del centroderecha en Castilla y León. Esta comunidad ha resistido, a pesar de las presiones externas y de una ofensiva política diseñada desde Madrid con escasa sensibilidad territorial.

Sin embargo, esta victoria moral no debe llevar al presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, a confiarse. La estabilidad de su gobierno depende de una mayoría que, según apuntan las encuestas y los movimientos sociales, podría no repetirse con claridad en las elecciones autonómicas de 2026. El centroderecha mantiene una hegemonía institucional, pero el terreno político se está erosionando, en parte por falta de conexión con los discursos más pegados al territorio.

El nuevo secretario regional del PSOE en Castilla y León, Carlos Martínez, en su condición de alcalde de “provincias” ha sabido captar mejor el sentir de la periferia, de los pequeños municipios, de la Castilla olvidada. Ha construido un discurso que parece construido para conectar con las necesidades reales del mundo rural, tradicionalmente caladero del PP, y lo está intentando revertir. Mañueco, si quiere mantener su claro liderazgo, necesita renovar su agenda, escuchar más a los alcaldes, atender con mayor sensibilidad las demandas locales y redefinir su proyecto con un enfoque municipalista auténtico.

Porque si algo ha demostrado este episodio es que, aunque no se puede comprar la voluntad de un parlamento regional tan fácilmente, la lenta desconexión con la realidad local puede costar más caro que cualquier trama. Asesores, a trabajar.

ABC

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