Desde hace unos 30 años y por simple pasatiempo me he dedicado a divulgar el conocimiento racional y científico de nuestro mundo. Compruebo así que últimamente me he dedicado a criticar informaciones que me parecen disparatadas e inaceptables y en consecuencia quizá algún lector, diga que en vez de criticar los escritos de otros lo que debo hacer es aportar datos o enseñanzas de mi propia cosecha. Pues bien a eso voy.
Al terminar los estudios universitarios de geología, la necesidad de trabajar me llevó a las minas de carbón donde poco a poco fui aprendiendo la topografía suficiente como para desempeñar la tareas exigidas. Ello me llevó a ampliar bastante lo que sabía de topografía y también de astronomía, ya que ambas ramas del conocimiento tienen campos comunes. La astronomía y la curiosidad me llevaron a estudiar bastante a fondo lo concerniente a la medida del tiempo (horas y fechas) a través del movimiento de las sombras, es decir los relojes y calendarios solares además de otros fenómenos relacionados con este tema, como el que ocurría precisamente en una mina de carbón (Mina MILE) berciana y en un viejo túnel que aún existe en el pueblo de Valdealgorfa en la provincia de Teruel. De todos estos asuntos y desde hace años he publicado numerosos artículos que se hallan en muchos casos en la Red.
Pues bien al analizar estas cuestiones uno de los problemas que primero tuve que abordar, es el de la media del tiempo a varios años e incluso siglos vista. La razón es simple. Los curiosos fenómenos que analicé sobre la mina citada y el túnel en cuestión suceden en la actualidad en fechas y horas muy concretas. Esto no es como la previsión meteorológica. Una buena pregunta es la siguiente: ¿ ocurrirá lo mismo en el futuro?. Por otra parte si construimos un reloj-calendario solar de grandes dimensiones ( supone varios meses de trabajos) lo que hay que preguntarse es cuanto tiempo funcionará de modo aceptable. Es decir durante cuanto tiempo señalará de modo aceptable a efectos prácticos fechas y horas y con que nivel de precisión matemática.
EL CALENDARIO
La experiencia cotidiana señala que a muchos efectos prácticos año tras año en las mismas fechas, en sol recorre el firmamento de una localidad dada de idéntica manera. Por tanto un reloj y calendario solar debería funcionar de modo aceptable eternamente. Sin embargo si pensamos un poco pronto aparecen las dudas. Todos sabemos lo que es un año bisiesto. Luego todos los años no son iguales. Si elegimos como referencia para construir un reloj-calendario solar un año bisiesto (1992 por ejemplo), es obvio que no es una buena decisión. Hace ya muchos años calculé y determiné de modo matemático cual es el año más idóneo dentro de un ciclo de 4 años que comienza y finaliza en años bisiestos. Es el año tercero. Por ejemplo el 1994, el 1998, el 2002… Cualquiera que piense un poco, lo puede descubrir por si mismo. Lo calculé con datos numéricos concretos.
El calendario es complicado de elaborar de modo correcto. El primer problema ( que asimismo es bien conocido), es que el año que podemos considerar real, no tiene ni 365, ni 366 días. Dura 365 y…casi un cuarto más. Por eso cada 4 años se añade un día completo más, en el intento de medir correctamente el paso del tiempo. Pero hay un segundo problema. Ese cuarto de día (6 horas exactas) son realmente un poco menos, entre 11 y 12 minutos menos de los que señalan nuestros relojes habituales. En realidad la duración exacta del año contando días solares medios, es de 365 días, 5 horas, 48 minutos y 47,5 segundos, medidos insisto, en tiempo solar medio, que es el que han de señalar los relojes que usamos todos en la vida cotidiana. Por tanto al añadir 24 horas en el año bisiesto, añadimos aproximadamente tres cuartos de hora más y al cabo de 100 años ( 25 años bisiestos) ello supone a efectos prácticos 18 horas es decir tres cuartos de día.
Si fuese un día completo al cabo de un siglo se descontaría un día y problema resuelto; pero como estamos hablando de tres cuartos de día, si descontamos un día habremos descontado un cuarto de día de más. Seguimos pues con problemas. La solución adoptada ya en el siglo XVI (año 1582) ante este panorama fue descontar efectivamente al cabo de 100 años un día, pero no siempre. Así pues los años 1700, 1800 y 1900 que deberían ser bisiestos no lo fueron; es decir se descontó un día, pero tanto el año 1600 como el 2000, ese descuento de final de siglo no se llevó a cabo. Por ello el año 2000 fue bisiesto, como muchos recordamos y en su momento se comentó esto mucho. La razón es simple. Si descontamos al final de cada centena (siglo) de años un día, al cabo de tres centurias ( años 1700, 1800 y 1900 ) habremos descontado 18 horas de más, que en el año 2000 serían 24 horas descontadas de más. Es decir un día de seguir en esa línea. Por ello en el año 2000 no hubo ese descuento y fue año bisiesto. Así el desfase que al final de ese año 2000, sería de 24 horas a muchísimos efectos prácticos, quedó corregido porque ese año si fue bisiesto.
En definitiva que son bisiestos todos los años divisibles por 4, salvo que sea divisibles por 100, excepto que lo sean por 400. Los años 1600, 2000, 2400, 2800,3200…serán pues bisiestos. El 2100, 2200 y 2300 evidentemente no. El calendario de este modo sólo se ajusta cada 400 años por las razones expuestas. Bueno digamos que se ajusta a muchos, muchísimos efectos prácticos e incluso a nivel científico. Todo este “enredo” hay que tenerlo en cuenta, al hacer calendarios solares y al determinar las fechas ( e incluso las horas exactas),en las que tendrán lugar fenómenos como el de MILE o Valdealgorfa.
MAS PROBLEMAS
Los ajustes en el calendario hacen como he señalado, que cada 400 años y a muchísimos efectos el calendario quede ajustado. No obstante habría que preguntar a astrónomos profesionales, cual es el desfase a 400 años vista…aunque sólo sea de algunos segundos o incluso menos. De este modo he calculado que en el año 2064 se podrá observar a simple vista un desfase en la fecha perceptible en el equinoccio, desfase debido únicamente al ajuste del calendario. Es un desfase-aclaro- respecto al año 1998. Pero es que aún hay más. En 400 años hay otros factores que entran en juego.
Hace años que estudié como puede afectar esto a los parques solares didácticos de Bembibre y Castropodame. En este siglo el equinoccio de primavera será el 19 de marzo en algún año al menos (el 2096). A medida que elijamos fechas más alejadas de los equinoccios (y más próximas a los solsticios obviamente), el desfase será menos perceptible, pero en todo caso y aunque no de modo lineal, a medida que pasen los siglos el desfase será más y más evidente. El eje de rotación de la Tierra se mueve de tal modo que ello provoca un adelanto de los solsticios y equinoccios.
Además el eje señalado cambia de dirección y por si fuera poco además el ángulo que forma con el plano de la eclíptica está previsto que puede variar debido a más de un factor. Ello implica que en las mismas fechas y horas el ángulo con el que los rayos solares inciden sobre el plano del ecuador terrestre varíe. En definitiva que el Sistema Solar y sus movimientos, parecen tener ciertas “holguras”, Vamos que funciona como el motor de un automóvil que ya tiene ciertos años. Todo ello y siempre a más de un siglo vista será detectado en los parques solares didácticos y asimismo en los fenómenos como el de MILE y Valdealgorfa. Bueno la mina MILE cerró ya en el siglo pasado y por ello cesaron las observaciones del fenómeno. El túnel de Valdealgorfa sigue en pie y los vecinos y autoridades de esa simpática localidad, intentan año tras año dar a conocer este fenómeno. Los parques solares didácticos de Bembibre y Castropodame siguen en pie, si bien en malas condiciones de conservación, lo que dificulta y casi impide la correcta comprobación de los previstos y calculados desfases con el transcurso de los años.
Además del ajuste del calendario esta la nutación, la precesión, la variación de la oblicuidad y el frenado de la rotación y quizá algún otro fenómeno más que han de servir para comprobar como con el transcurso del tiempo (cuanto más tiempo mejor), los calendarios y sin duda también los relojes basados en el movimiento del Sol tal y como se percibe desde la Tierra; se van desfasando.
En cualquier caso a 400 años vista y con el rumbo que lleva la sociedad tratar de averiguar lo que puede ocurrir es obviamente demasiado arriesgado. A lo peor no existe ya la Humanidad o en caso de existir su similitud con la que hemos conocido desde hace siglos o milenios ha de ser prácticamente nula. La imagen que adjunto es una vista de detalle del parque solar didáctico de Bembibre…cuando estaba bien cuidado.
Madrid, 10 de octubre de 2023
Rogelio Meléndez Tercero