Agujeros rojos

A la misma hora que el pasado lunes se reunía la ejecutiva del PSOE se conocía la noticia: investigadores australianos habían descubierto lo que llamaron JO529-4351. Una galaxia con un agujero negro capaz de engullir un sol diario. Sería el más voraz de los cuásares descubiertos hasta ahora. Su radiación es equivalente a 500 billones de soles. Pero no hay que preocuparse, está a 12.000 millones de años luz de la Tierra.

El agujero negro de los socialistas está más próximo, pero es igualmente voraz. Ya ha absorbido los gobiernos de Andalucía, Extremadura, Comunidad Valenciana, Baleares, Aragón, La Rioja, Cantabria, Canarias, y bastante antes los de Madrid, Castilla y León y Murcia, dejando la estructura del partido en los huesos. Ahora le tocó el turno a Galicia, donde no gobernaba, pero el castigo ha sido casi más impactante.

Xuntámonos todos (Agrupémonos todos)

Tanto PSOE como PP, unos después y otros antes, han criticado cómo se ha hecho la campaña, el fiarse de sondeos, la valía de los candidatos, y elucubrado sobre la mayor o menor incidencia de las cosas madrileñas, mayormente el laberinto de la amnistía. Pero lo que parece ser que ha sucedido es que los de izquierdas han decidido que para qué van a votar a los socialistas y sus compañeros de Sumar y Podemos, amigos todos de los nacionalistas, si ya tienen ellos unos nacionalistas propios que trabajan por su tierra, el BNG, con una candidata amable y muy gallega. Y los de derechas, al ver que podían llegar a gobernar las izquierdas con una coalición similar a la nacional han ido a votar al PP. Tanto unos como otros han actuado con sentido común: han concentrado el voto en las candidaturas que mejor representaban sus intereses.

La consecuencia es que Alberto Núñez Feijóo no dejará de darle besos a los gallegos y respira como jefe de la oposición a la espera de conseguir otra victoria en las elecciones europeas del 9 de junio. Los socialistas dicen que no es problema de Sánchez, que es que necesitan mejores candidatos en las comunidades, y querrán fijarse más en otra votación que será un poco antes, la del País Vasco, probablemente en abril. Argumentan que allí el PP tiene menos votos que ellos en Galicia. Es cierto, pero también que los socialistas vascos se espera que queden terceros, que no es para presumir. Eso sí, podrán seguir de segundones en el gobierno de la comunidad si se repite la coalición con el PNV, siempre que Bildu no se ponga por delante.

La izquierda se hace nacionalista

El sistema de partidos español sufrió un terremoto como consecuencia de la crisis de 2008. La llamada nueva política (Ciudadanos y Podemos) no ha resistido más de una década. Y ahora está cristalizando otra consecuencia de aquella Gran Recesión. La socialdemocracia se quedó sin programa que ofrecer a las clases medias. Sus electores no veían que se diferenciaran de las derechas ni que fueran capaces de librarles del progresivo empobrecimiento. Entonces, desde Rodríguez Zapatero, vieron que para conseguir formar mayorías no era suficiente, en el caso español, con los nacionalistas –como había sido costumbre–, sino que además debían sumar a los grupos que estaban a su izquierda y a los independentistas. Para justificarlo había que trazar una raya gruesa separando a los demás, básicamente PP, durante un tiempo Ciudadanos y después Vox, porque eran todos ultras, fachosfera. La progresiva identificación de los socialistas con la agenda nacionalista, pidan lo que pidan, acelerada por Pedro Sánchez, ha llevado a que sus votantes prefieran irse con las izquierdas de cada comunidad, necesariamente nacionalistas o independentistas para diferenciarse del PSOE estatal (ERC, Más Madrid, Compromís, Bildu, BNG), que queda vaciado de poder territorial. De esta forma, las comunidades tienden a quedar en manos de partidos locales, pero el poder nacional también, ya que son decisivos para completar la mayoría de gobierno. El sistema entonces depende de partidos que solo tienen compromisos con su territorio, es más, lo defienden de forma exclusiva ya que esa es su razón de ser, incluso confrontándose con otras comunidades. Y otro desequilibrio: obliga a que la derecha sea centralista o como mucho autonomista, mientras que la coalición de izquierdas es necesariamente confederal y con miembros rupturistas (independentistas). El tiempo dirá si esta mutación se asienta y lleva a cambiar la configuración política de España, con consecuencias impredecibles.

 

Ángel M. Alonso Jarrín

@AngelM_ALONSO

Un comentario en “Agujeros rojos

  1. Si esto sigue así, si no se reforma la ley electoral o si pp-psoe no llegan a acuerdos de gobierno que a nadie le quepa la menor duda de que españa se desintegra en 20 ó 30 años. Hasta ahora esto ha aguantado porque los nacionalistas sabían que destruir el sistema desde dentro era una carrera de fondo. Ya no les queda nada por pedir, solo ser un 60, 70% de población favorable a la independencia y eso con la política del psoe cada día está mas cerca de ocurrir

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